Este jueves, en un nuevo capítulo de Socios por el mundo 2, Pancho Saavedra y Jorge Zabaleta continuaron en Tailandia, recorriendo lugares exóticos y siempre en el estilo de estos amigos: con variadas aventuras, simpáticas anécdotas y mucha entretención.
Los Socios continuaron en la ciudad de Chiang Rai para visitar el Palacio Azul, cuya construcción duró 11 años. Este color representa la pureza de Buda, les explicó el guía Otto, quien nuevamente apareció sin que nadie lo esperara para explicarles cada figura del impactante Palacio. La figura más llamativa del Buda blanco es la que está al interior del templo, con seis metros y medio de alto y cinco metros de ancho.
Al día siguiente, Jorge Zabaleta y Pancho Saavedra continuaron el camino hacia su objetivo final: llegar a un santuario de elefantes. Durante este trayecto, vivieron un lamentable suceso, ya que en un puesto de bencina, Zabaleta fue el encargado de comprar las cosas para comer y Saavedra de cargar la motorhome con combustible. Es aquí cuando Pancho cometió uno de los peores errores en la vida de un conductor de transporte, colocarle diésel a un automóvil que usa bencina.
Esto fue algo que indignó a Jorge, pues sólo quedaban siete kilómetros para la siguiente parada. “Tuvimos que seguir a pie, todo el sueño de recorrer Tailandia en motorhome se nos había ido al tacho de la basura… el sueño de mi vida”, declaró el protagonista de teleseries como Machos y Brujas. Sin embargo, la parte más dura fue para Pancho Saavedra, quien tuvo que caminar toda la distancia cargando sus tres maletas.
Mientras andaban por hermosos lugares típicos del norte de Tailandia, los amigos pudieron ver cómo son maltratados algunos elefantes, usados para trabajar con el turismo en el país del sudeste asiático, pues el turista paga para ser trasladado sobre estos animales.
Jorge y Pancho vieron que los mantienen encadenados. “Nos fuimos apenados de ver, una vez más, que los principales enemigos de la naturaleza son los seres humanos”, mencionó Zabaleta.
“Teníamos la esperanza de encontrar un lugar donde elefantes y hombres vivieran en armonía”
Pancho Saavedra
Con este objetivo en la mira, los amigos tuvieron que cruzar el río Kok, para llegar al santuario que les habían mencionado. El problema resultó que el balsero que realizaba esta travesía no hablaba nada de español ni inglés, sólo tailandés. En una típica balsa tailandesa, finalmente y gracias a los ruegos de Pancho, el hombre aceptó llevarlos junto a las tres maletas del animador.
Luego de haber cruzado el río Kok, llegaron a una villa muy especial y nuevamente aparece Otto para guiarlos en este andar. Un ser especial que tiene la virtud de aparecer cuando lo necesitan y desaparecer cuando ya ha realizado su trabajo.
En este lugar se encontraron con una tribu originaria de Birmania, el pueblo Karen, tribu de fuertes mujeres que son refugiadas hace más de 40 años viviendo en el norte de Tailandia. Ellas son mundialmente conocidas como las mujeres jirafas, por usar collares que alargan sus cuellos, hechos de bronce y que representan riqueza, belleza, estatus y buena salud, por lo que son un orgullo para la familia. Es por esto que a las niñas, desde los cinco años, comienzan a ponerles este gran aro de bronce.
El emotivo viaje de Pancho Saavedra y Jorge Zabaleta
Ya se hacía tarde y los amigos dejaron las maletas de Pancho en esta aldea, pues el santuario de elefantes quedaba muy cerca. Es el Elephant peace project, el cual está comandado por una de las mujeres de la Tribu Karen que busca mantener la relación milenaria que ha tenido su tribu con los elefantes, para alejarlos de cualquier tipo de maltrato que pudiesen recibir.
Aquí, conocieron a Dee, una pequeña elefanta de 42 años que vive junto a su pololo, Tik, de 52 años. Dentro de este “ambiente de paz” como lo describe Pancho Saavedra, los elefantes conviven en plena libertad junto a los integrantes de esta tribu y otros animales. Esta organización busca retomar una relación armónica entre los elefantes y los seres humanos, convirtiéndolos en reales miembros de la familia.
Finalmente, los amigos y viajeros vivieron un emotivo momento junto a estos animales, disfrutando una indescriptible sensación de libertad y felicidad al compartir con los elefantes un natural baño en el río. Después de esta acción, sólo les quedó agradecer por haber cumplido un sueño y por la armonía y la paz de lo vivido estos días en Tailandia.
